Dany y Radek nacieron en 1991, a más de 10,000 kilómetros de distancia el uno del otro. Radek creció en la Praga postcomunista, mientras que Dany se crió en el selvático estado de Chiapas, al sur de México. Sin embargo, el destino tenía planes distintos para estos dos aventureros.
 

Después de varios años de estudios, Radek decidió que era hora de un cambio y optó por estudiar en el extranjero durante un semestre. Europa le parecía demasiado aburrida, así que fijó su mirada en México. Poco sabía él que estaba a punto de descubrir más que tacos y tequila: estaba a punto de encontrar al amor de su vida.

Por otro lado, Dany ya había terminado sus estudios universitarios en Guadalajara, pero seguía conectada con el ambiente universitario a través de sus amigos. Uno de esos amigos le presentó a Radek, y se conocieron por primera vez en su casa. Dany llegó elegantemente vestida con ropa de la boutique de moda de su familia, Pippa, mientras que Radek apareció en shorts y con una botellita de tequila en la mano.

¿De qué hablaron en su primera conversación?
De Praga y de la vida en Europa.
 

Empezaron a salir con los amigos en común y, a medida que pasó el tiempo, quedó claro que se gustaban. Radek, fiel a su naturaleza, se complicaba pensando demasiado en todo, así que Dany encendió su fuego mexicano, dio el primer paso, y disfrutaron de un último mes mágico en México. Incluso visitaron Cuba juntos, enamorándose profundamente.

Cuando Radek regresó a Praga, no podían dejar de pensar el uno en el otro y hacían llamadas de larga distancia casi todos los días. Radek visitó de nuevo a Dany en México y ella pasó cinco semanas con él en Praga.
 

Eventualmente, Dany tomó la valiente decisión de dejar México y mudarse a Praga para estar con Radek. Esta valiente decisión significó enfrentar numerosos desafíos culturales y personales, y también puso a prueba su relación. Sin embargo, estos desafíos les enseñaron a trabajar en equipo y a apoyarse mutuamente.
 

A pesar de las dificultades iniciales, juntos exploraron el mundo y otras culturas, fortaleciéndose como pareja. Después de años juntos, se dieron cuenta de que no podían imaginar la vida el uno sin el otro. Esta vez, Radek tomó la iniciativa y le propuso matrimonio a Dany en la romántica colina de Petřín, en Praga, acompañado de un grupo de mariachis.

¿Y adivinen qué?

¡Ella dijo que sí!